viernes, 20 de agosto de 2010

bitácora 2

te he visto sonreir, ya con eso me bastó. Pero más tarde uno se da cuenta de lo que hay en una totalidad. Desde el primer pelo de la cabeza hasta los piés. Es dificil hasta caer en la cuenta de la cantidad de belleza que nos precede. Cada segundo se convierte en una flor, lo que hace una transformación magnífica, que da una sensación que paraliza la primera vez, pero que a la larga endulza sin empalagar. Es algo de lo que es lindo padecer al ver la figura o al menos la silueta de ella, la autora de nuestras emociones aquí presentes. Lo que alguna vez fue una caverna, ahora se llena de rosas de primavera, ¿quién no ha querido tanto a una persona a tal punto que daríamos lo que fuera por ella?
Está quien dice que el amor no es más que una desdicha, sin embargo, si lo cubre con ignorancia las vías del tren que corre hacia la luz...
Los ojos, ¡Dios! ni quiero hablar de eso, con todo lo que he pensado. Son de simple descripción, pero que harían llorar a la persona más fría del mundo, harían componer al más desgraciado compositor, harían renacer la flor del amor. Con todo esto se aclara que el queda desprovisto de esto una vez comenzado a sentir, respirar, vivir, al ritmo de tal divinidad e imaginación, en la desdicha infita se perderá, como uno en un millón que intenta matar al traidor.
Sin más pasión que tal pura alma encerrada en el cuerpo de una bella dama, deja como residuo una tranquilidad comparable con la de un estanque en el fondo de un jardín cubierto de flores en toda escala cromática, que al tocarlas liberan esporas que le dan a la noche la nitidez de una mañana en la montaña nevada hace centenarios de años, emitiendo un aire fresco que no congela, sino que calienta.

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