viernes, 14 de noviembre de 2008

[...]La economía mundial exige mercados de consumo en la perpetua expanción, para dar salida a su producción creciente y para que no se derrumben sus tasas de ganancia, pero a la vez exige brazos y materias primas a precio irrisorio, para abatir sus costos de producción. El mismo sistema que necesita vender cada vez más, necesita también pagar cada vez menos.
Esta paradoja es madre de otra paradoja: el norte del mundo dicta órdenes de consumo cada vez más impresiosas, dirigidas al sur y al este, para multiplicar a los consumidores, pero en mucha mayor medida multiplica a los delincuentes. Al apoderarse de los fetiches que brindan existencia real a las personas, cada asaltante quiere tener lo que su victima tiene, para ser lo que su victima es. Armaos unos a los otros, hoy por hoy, en el manicomio de las calles, cualquiera puede morir de bala: el que ha nacido para morir de hambre y también el que ha nacido para morir de indigestión.[...]

Eduardo Galeano

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