domingo, 25 de marzo de 2012

psí stem

Es triste que tu presencia permanezca oculta entre la niebla como si estuvieras espiando la mente de tus víctimas constantemente. Ya no divisás lo que solías identificar como propio, como ajeno. Ahora no ves, no creés porque todo es tuyo, todo lo poseés.
Y a tu semejanza nacen seres horribles, estupefactos, que crían una pestilente ira contra las masas homónimas a su progenitor incurable.
Vos que todo sabés, que todo ves y sentís, quiero preguntarte tantas cosas que si tuviera que escribirlas no habría tinta que me alcance, no habría papel que por bien me venga.
Resumiendo, quiero que sepas que deprecio profundamente tus efectos y admiro tus métodos.

Tu ser, el ser de los demás, el lugar de ambos en el mundo. Ahora es todo la misma cosa.

Como un par de ojos que miran de reojo lentamente, grandes y relucientes, mezclados en una niebla demoníaca con un suave tinte rojo que se aleja hacia la oscuridad fría y atemorizante. Se tornan rápidos, furiosos. Protestan, están inquietos porque algo los incomoda. ¿Instinto?, perciben cosas. Lo perciben todo, pueden ver a través de las intenciones puras, las emociones que no tienen mentiras en el frente de batalla. Trescientos sesenta grados, no hay puntos ciegos, no hay nada que falte ya que está todo ahí.
Debajo les falta la sonrisa que lo define todo una vez ambos ojos encuentran un objetivo en común llamado interés, con el cual se sincronizan desorientados mirando para todos lados al unísono.

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